LA FELICIDAD

¡Felices los pueblos que no temen a las ideas, y saben jugar con ellas y tomarlas y dejarlas, según les convenga! (M. Unamuno)

Qué bueno y que grande era nuestro Miguel de Unamuno, aunque creo que cargado de contradicciones, pero cuánta razón tiene en lo que dice, nos regaló esta sentencia cargada de inteligencia, experiencia y sabiduría; aunque mucho más me entusiasmó esta maravillosa frase de Henry David Thoreau, “La felicidad es como una mariposa, cuanto más la persigues, más te eludirá; pero si vuelves tu atención a otras cosas, vendrá y suavemente se posará en tu hombro”. De este personaje me interesó su apasionante biografía puesto que aparte de ensayista, poeta, filósofo, era también agrimensor, y según mis noticias, mi bisabuelo materno fue colega en las labores de la agrimensura, aunque claro está cada uno en su terruño.

¿Pero para qué sirve la felicidad?, ¿para que la alegría?; hay quien afirma que la función principal de la felicidad es asegurar la existencia de la especie humana, es muy posible que así sea, en el estado de felicidad, somos más proactivos, más amigables, amorosos, solidarios, caritativos, cariñosos y en definitiva somos por encima de todo más humanos.

No es lo mismo la felicidad que la alegría, pero ahora al inicio del décimo mes de pandemia, nos hacen falta las dos, como nos hacen falta los besos y los abrazos. La felicidad es un estado emocional percibido cuando algo bueno y agradable nos atañe, cuando encontramos sentido a nuestra vida y aceptamos de buen grado el reto vital, y más aún cuando somos capaces de entender que la vida es amor. Se manifiesta con más fuerza cuando además nos sucede algo hermoso, como el alcanzar una meta deseada, o si vivimos una experiencia estética enriquecedora; se siente deseos de compartirla con los demás, rebosas alegría, energía, ilusión, y esto es muy importante pues la felicidad, y más aún la alegría llegan a ser contagiosas. En general la felicidad forma parte de las emociones y sensaciones relacionadas con un estado de bienestar interior, nos aporta alegría, satisfacción, júbilo, éxtasis, dicha, en definitiva, un estado de plenitud, de felicidad.

Bertrand Russell, filósofo, matemático, escritor y ganador del Premio Nobel de Literatura en 1.950; escribió ‘La conquista de la felicidad’; concibe el amor como un instrumento para conseguir la felicidad, el amor ayuda a romper el ego y a superar la barrera de la vanidad que impiden ser felices; en realidad esto estaba ya dicho por Jesucristo mucho tiempo antes: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, tan claro y tan concreto,  y sin embargo nos empeñamos en no escucharlo, no queremos oírlo y el caso es que con el cumplimiento de este precepto desaparecen los egos, las vanidades y sobre todo la envidia, ese pecado diabólico, el mal en estado puro como nos decía Santo Tomás de Villanueva.

Hay infinidad de canciones sobre la felicidad o sobre la búsqueda de la misma, o poesías como aquella de José Luis Borges que empezaba diciendo: “He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer; no he sido feliz”. Y yo creo que lleva razón Borges y que es un terrible pecado no ser feliz, no disfrutar el regalo de la vida, y en mí ya largo caminar he aprendido que para ser feliz solo hay que amar la vida y nunca ponerse el horrible vestido de la envidia.  Estas navidades tan especiales, tan difíciles, después de más de nueve meses castigados por el virus-canalla, hemos de seguir aún otro trecho sin dar ni besos ni abrazos, hemos de aguantarnos las ganas, hemos de transitar este último tramo del camino hasta la inmediata llegada de la vacuna, que con ansia me pondré; sigamos cuidándonos del virus, un último esfuerzo.

Y es cierto, mucho nos ha robado esta maldita pandemia, amigos muy queridos y miembros activos de la ULI, como Vicente Arias y Loreto Rodríguez, Dios los tiene ya en su gloria, junto a tantos otros que nos han dejado es estos meses de lucha contra el virus, demasiados se han marchado, demasiados. Pero vamos a superar esta pandemia, vamos a salir adelante y el nuevo año 2.021 nos espera y nosotros a él, desde la Universidad Libre de Infantes vamos a celebrar de manera especial el año 2.021 que además de post-Covid,  ha de ser un año muy importante para Villanueva de los infantes, se celebra el sexto centenario de la fundación de la Villa, conmemoramos cuando la  Moraleja, una aldea dependiente de Montiel pasó a ser una villa independiente el 10 de Febrero de 1421 gracias al maestre de Santiago e infante de Aragón, Don Enrique.

Hay que celebrarlo, es una fecha importante y la U.L.I., ahí estará, ahí estaremos con nuestros amigos y paisanos. A pesar de las dificultades, ahora nos disponemos a celebrar una Navidad especial, más íntima, la llegada de Jesús. ¡Felices navidades!, y después de este recorrido, no parece tan difícil conseguir la felicidad, no lo dejen pasar, sean felices de verdad.

Diciembre 2020
Rafael Maria Ruiz Rodriguez
Secretario General de la U.L.I

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